Una gran convención G12 en México
Por Pastor César Castellanos
Que gran convención la que tuvimos en México. Algunos tuvieron que viajar en auto por muchas horas para poder estar en la convención, más al final de la misma, todos decían lo mismo: valió la pena el esfuerzo, Dios ministró a cada una de las necesidades de las personas. Lo que se vive en una convención muchas veces es tan difícil traducirlo en palabras, y por lo general nos limitamos a decir fue extraordinaria, o Chévere (como decimos en Colombia) o Padrísima (como dicen los mexicanos). Cada instante que se vivió fue un fluir de la gloria de Dios, la noche de la apertura era tal la presencia de Dios que todos podían sentir que el Espíritu Santo se paseaba en todo el auditorio, creo que ese tiempo de adoración le dio el rostro a toda la convención, pues fueron tres días en intimidad con nuestro Dios y no hay nada más glorioso sentir que Él está ministrándonos. Podemos decir que todo lo que aconteció en la convención fue dirigido por el Espíritu de nuestro Dios.

Al observar los rostros de las personas todas tenían un brillo tan especial, pues sentían que el Señor les había dado más de lo que ellos esperaban; también cada uno de los pastores se sentían satisfechos porque en su gran mayoría habían alcanzado las metas que se habían propuesto concerniente a los que llevarían a la convención. Después de la clausura nos fuimos a conocer Guanajuato, una ciudad muy colonial, creo que es única en el mundo, sus túneles que son muchos, sus calles, su arquitectura, las catedrales y los teatros. Todo es único y esto la hace que sea diferente a cualquier otra ciudad.

Es uno de los lugares donde es obligatorio para cualquier visitante ir a la calle del beso, gracias a Dios que fui cuando estaba con mi esposa, estando allí nos tuvimos que ubicar en el tercer escalón de aquella larga escalera, y poder expresar todo el amor que siempre nos hemos tenido, a través de aquel corto beso, los que estaban a nuestro lado pensaban que seria más prolongado, pero eso uno lo debe reservar para otros momentos, lo importante era cumplir con la tradición.

A nuestro regreso para Bogotá todos ya estábamos acomodados en nuestro avión, y después de cuarenta y cinco minutos el capitán da la orden de cambiar de avión. Alguno de los pasajeros se quejaron, otros murmuraban entre los dientes, otros hacían caras de insatisfacción, pero habían otros que lo tomaron con calma. Aunque esto produjo un retrazo aproximado de tres horas, fue la decisión más sabia que pudo haber tomado el capitán de vuelo. Había sobrepeso en el avión y la fuerza de los motores no estaban en condiciones de soportar el peso extra. El otro avión era exactamente igual, pero con motores más potentes, y esto solucionó el problema. Estos pequeños inconvenientes dejan varias lecciones: Nunca te quejes cuando se presenten inconvenientes en algún vuelo, Dios te está guardando. Lo otro es que cada líder es como el capitán de una nave, y todas las personas que el lidera están bajo su responsabilidad; no haga nada por agradar a las personas, pues esto podría poner en riesgo la seguridad de todos, tome decisiones sabias, serias y responsables.

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